La lechera y su cubo

Una lechera había salido a ordeñar las vacas y regresaba del campo con el balde de leche reluciente bien balanceado sobre su cabeza. Mientras caminaba, su bonita cabeza estaba ocupada con los planes para los días venideros.

«Esta buena y rica leche», reflexionó, «me dará mucha crema para batir. La mantequilla que haga la llevaré al mercado, y con el dinero que obtenga compraré muchos huevos para incubar. Qué lindo será cuando todos hayan nacido y el patio esté lleno de hermosos pollitos. Luego, cuando llegue el día de mayo, los venderé y con el dinero compraré un hermoso vestido nuevo para usar en la feria. Todos los jóvenes me mirarán. Vendrán y tratarán de darme su amor, ¡pero yo los enviaré muy pronto a ocuparse de sus asuntos!

Mientras pensaba en cómo resolvería ese asunto, sacudió la cabeza con desdén y el cubo de leche cayó al suelo. Y se salió toda la leche, y con ella se desvanecieron la mantequilla y los huevos, y los pollitos y el vestido nuevo, y todo el orgullo de la lechera.


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