HabĆa un emperador que amaba tanto la ropa nueva que gastĆ³ todo su dinero en ella. Ā”Su aficiĆ³n favorita era lucir su ropa nueva! Un dĆa, dos estafadores llegaron al palacio. Dijeron que eran tejedores y que podĆan hacer una tela invisible especial. Las personas estĆŗpidas y deshonestas no podĆan ver la tela.

El emperador pensĆ³ que era una gran idea comprar esta tela. De esta manera, descubrirĆa cuĆ”les de sus sĆŗbditos eran deshonestos o estĆŗpidos. Les dio mucho dinero a los estafadores y empezaron a tejer. Pidieron las telas mĆ”s bonitas y fingieron trabajar muy duro, pero de hecho se metieron todo el dinero en sus bolsillos y no hicieron nada en absoluto.
Un poco mĆ”s tarde, el Emperador sintiĆ³ curiosidad por ver si la ropa estaba lista. TambiĆ©n estaba nervioso. ImagĆnese que Ć©l mismo no pudiera ver la ropa nueva. Entonces, primero enviĆ³ a un hombre inteligente. Cuando vio los telares vacĆos, se sorprendiĆ³: Oh no, no habĆa nada que ver. Pero no dijo nada.

Los estafadores le mostraron la ropa. Pero de nuevo, no vio nada. PensĆ³: Āæsoy tan terriblemente estĆŗpido? Nadie deberĆa saberlo jamĆ”s. AsĆ que le dijo al emperador que la ropa era hermosa. Los tejedores rieron contentos. Pidieron mĆ”s dinero y se lo metieron todo en el bolsillo.
Entonces el emperador enviĆ³ a un hombre honesto. Pero este hombre tampoco vio nada en absoluto. Estaba seguro de que no era estĆŗpido, por lo que ciertamente no era honesto. Por supuesto, se suponĆa que nadie lo sabĆa. AsĆ que Ć©l tambiĆ©n fingiĆ³ decir la verdad y dijo que la ropa era hermosa.
Luego, el emperador fue a verlo por sĆ mismo. Se llevĆ³ a mucha gente con Ć©l, incluido el hombre inteligente y honesto. Dijeron, mire Su Majestad, quĆ© bonitas son esas ropas. Pensaron que las otras personas podĆan ver la ropa.
El emperador pensĆ³: “No puedo ver nada. ĀæSoy tonto o deshonesto? Eso serĆa terrible. AsĆ que Ć©l tambiĆ©n pretendĆa ver la ropa. Todas sus personas no vieron nada tampoco, pero dijo que la ropa era hermosa.
El siguiente dĆa, hubo una procesiĆ³n festiva. Toda la noche anterior, los impostores fingieron trabajar duro. Por la maƱana, el Emperador y su corte fueron a verlos nuevamente, y los tejedores dijeron: “La ropa es tan liviana como telaraƱas, parece como si no llevaras nada en absoluto, pero eso es lo que las hace tan hermosas.
Todos gritaron, pero nadie pudo ver nada, porque no habĆa nada que ver. El Emperador se quitĆ³ la ropa vieja y se puso la “ropa nueva”. No podĆa ver nada en el espejo pero todos gritaban: Ā”quĆ© bonitas son esas ropas!

Afuera, el carruaje real estaba listo para la procesiĆ³n. Mire mis ropas nuevas ādijo el Emperadorā, Āæno me quedan bien? Los chambelanes tuvieron que levantar el trapecio y fingieron ver la ropa.
AsĆ comenzĆ³ la procesiĆ³n del Emperador con su ropa nueva. Toda la gente en la calle gritaba lo hermosa que era la ropa nueva, Ā”y lo larga que era! Nadie querĆa demostrar que no podĆa ver nada en absoluto, porque eso significarĆa que son estĆŗpidos o deshonestos.

Pero de repente un niƱo pequeƱo gritĆ³: Ā”el emperador no lleva nada! Y pronto se difundiĆ³ la noticia de que el Emperador estaba desnudo.
Toda la gente gritĆ³ que el Emperador no llevaba nada. Cuando el Emperador escuchĆ³ esto, creyĆ³ que la gente tenĆa razĆ³n, pero que serĆa mejor si fingiera estar usando ropa. Y entonces sus chambelanes simplemente continuaron levantando su ropa.