Hornear galletas de cumpleaƱos

Ɖrase una vez un niƱo llamado Milo. Se acercaba su cumpleaƱos y estaba muy emocionado de celebrarlo con su familia y amigos. Pero habĆ­a una tradiciĆ³n que Ć©l esperaba con mĆ”s ansias todos los aƱos, y era hornear galletas de cumpleaƱos con su madre.

Milo se despertĆ³ temprano en la maƱana de su cumpleaƱos e inmediatamente corriĆ³ a la cocina para encontrar a su madre que ya lo estaba esperando. Junto con papĆ”, habĆ­a decorado toda la sala y la cocina con globos. Ā”Se veĆ­a increĆ­ble!

“Ā”Buenos dĆ­as, cumpleaƱero!”, ella dijo con una sonrisa.

“Ā”Buenos dĆ­as mama!”, Milo exclamĆ³ con los ojos brillantes de emociĆ³n. “ĀæVamos a hacer las galletas de cumpleaƱos?”.

“Por supuesto que las haremos”, respondiĆ³ ella, alborotĆ”ndole el cabello. “No es un cumpleaƱos sin ellas. PapĆ” comprĆ³ todos los ingredientes que necesitamos para hacer tus galletas favoritas, avena con chispas de chocolate”.

Milo no pudo evitar sentir una ola de felicidad inundarlo. Esta era una tradiciĆ³n que Ć©l y su madre habĆ­an estado haciendo desde que era un niƱo pequeƱo, y siempre hacĆ­a que su cumpleaƱos se sintiera muy especial.

Los dos se pusieron manos a la obra, midiendo, mezclando y extendiendo la masa. Se rieron y hablaron. Milo no pudo evitar sentirse agradecido por el amor y la presencia de su madre en su vida.

“EstĆ” bien, ahora es el momento de decorar”, anunciĆ³ su madre, sacando las chispas y el glaseado.

Los ojos de Milo se iluminaron cuando escogiĆ³ sus colores y formas favoritas para decorar sus galletas. Hicieron un lote enorme, suficiente para ellos, algunas para llevar a la escuela, algunas para los vecinos, incluso muchas para cuando sus amigos y familiares vinieran a celebrar su cumpleaƱos. Les tomĆ³ toda la maƱana.

“Estas se ven perfectas”, dijo su madre admirando las galletas. “Estoy tan orgullosa de ti, Milo”.

“Gracias, mamĆ””, contestĆ³ Milo, sintiendo un nudo en la garganta. “Te amo”.

“Yo tambiĆ©n te amo, mi dulce niƱo”, finalizĆ³ ella dĆ”ndole un abrazo.

Los dos se sentaron a disfrutar de los frutos de su trabajo, y Milo otra vez se sintiĆ³ agradecido por el vĆ­nculo especial que compartĆ­a con su madre. SabĆ­a que sin importar la edad que tuviera, esta tradiciĆ³n siempre ocuparĆ­a un lugar especial en su corazĆ³n.


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