Una noche, justo antes de Navidad, Kate y Brian fueron acostados por su madre. Pero no podĆan dormir y estaban erguidos en la cama. Brain”, susurrĆ³ Kate, “ĀæestĆ”s durmiendo?” “No”, dijo Brain. No puedo dormir. Kate, ĀætambiĆ©n quieres ver a PapĆ” Noel? Huh, Kate, Āæescuchas eso?’
Ambos contuvieron la respiraciĆ³n y oyeron unos suaves golpes en su ventana. Y cuando miraron, vieron un alegre chocolate navideƱo sentado junto a la ventana. ĀæHe oĆdo bien? ĀæQuieren ver a PapĆ” Noel?”, dijo el chocolate. Pues estĆ”n de suerte. Porque yo soy uno de sus bombones y me voy al paĆs de PapĆ” Noel. Si quieres, te puedo llevar conmigo”.
Brain y Kate saltaron de la cama y gritaron: “Ā”SĆ, muĆ©stranos el camino! Espera”, dijo el chocolate. Nadie puede saber el camino a la tierra de PapĆ” Noel”. El chocolate cogiĆ³ algo suave y oscuro y cubriĆ³ los ojos de Brian. Luego tomĆ³ algo suave y oscuro y lo puso sobre los ojos de Kate. ‘ĀæCuĆ”ntos dedos veis?’, preguntĆ³, pero Brain y Kate no tenĆan ni idea, porque no podĆan ver nada. ‘Muy bien, estamos listos para partir’, dijo el chocolate.
CogiĆ³ la mano de Brain con una mano y la de Kate con la otra y salieron volando por la ventana. Volaron durante un rato hasta que el chocolate empezĆ³ a dar tantas vueltas que se marearon. Los niƱos no tenĆan ni idea de hacia dĆ³nde iban y al cabo de un rato se detuvieron. Hemos llegado”, dijo el chocolate y les quitĆ³ la persiana de los ojos.
Y lo que vieron fue una gigantesca y gruesa puerta. El chocolate llamĆ³ a la puerta y Ć©sta se abriĆ³. Juntos entraron, sin mĆ”s, en el jardĆn de Santa.
Era un jardĆn extraordinario. HabĆa muchas hileras de Ć”rboles de Navidad, todos brillantes con adornos y en lugar de flores, crecĆan juguetes en el jardĆn. Kate corriĆ³ inmediatamente hacia las muƱecas. Vamos a ver si uno estĆ” maduro”, dijo el chocolate. ĀæMaduro?”, preguntĆ³ Kate. SĆ, por supuesto”, dijo el chocolate. Cuando la muƱeca estĆ© madura, cerrarĆ” los ojos en tus brazos. Vamos a probar Ć©sta’. El chocolate puso una muƱeca en sus brazos y la muƱeca cerrĆ³ los ojos a medias. No, Ć©sta aĆŗn no estĆ” madura”, dijo el chocolate de Navidad. ‘Prueba este’. Puso la muƱeca en los brazos de Kate y la muƱeca directamente cerrĆ³ los ojos. ‘Nos lo llevamos’, decidiĆ³ el bombĆ³n y metiĆ³ el muƱeco en una gran bolsa que llevaba consigo.
Siguieron caminando y vieron muƱecos de bebĆ©. Estos estĆ”n maduros cuando empiezan a llorar”, dijo el chocolate. PellizcĆ³ suavemente el muƱeco y Ć©ste emitiĆ³ un gracioso sonido de chillido. TodavĆa no estĆ” maduro”, decidiĆ³ y devolviĆ³ el muƱeco a su sitio. ProbĆ³ algunos mĆ”s y cogiĆ³ bastantes. Algunos lloraban, otros decĆan “mamĆ”” o “papĆ”” y otros bailaban cuando se les daba cuerda.
āĀ”Oh, mira Kate!”, gritĆ³ Brain. Kate corriĆ³ hacia Brian y vio baterĆas de todos los colores del arco iris. ĀæPodemos coger un par de ellas?’ preguntĆ³ Brian. ‘Por supuesto, pero vamos a ver si estĆ”n maduros’, dijo el chocolate. CogiĆ³ un tambor pequeƱo y rojo y le dio una palmada con un palo. El tambor hizo un ruido extraƱo que les hizo reĆr a todos. AsĆ que lo devolvieron a su sitio. El chocolate de Navidad eligiĆ³ un tambor grande y marrĆ³n, lo golpeĆ³ y emitiĆ³ un sonido potente, asĆ que lo cogieron.
Cuando arrancaron todas las baterĆas, se dirigieron hacia las bocinas. Eran las mejores. Luego se dirigieron a los juguetes de cuerda. HabĆa trenes, coches, muƱecas que bailaban, monos que trepaban, pĆ”jaros que saltaban, patos que se balanceaban y cualquier otro tipo de juguete que se pueda imaginar. Los niƱos se quedaron allĆ un buen rato, hasta que Kate dijo: “ĀæDĆ³nde estĆ” PapĆ” Noel? Queremos conocerlo’.
Por supuesto”, dijo el chocolate. Vamos”, y condujo a los niƱos por un largo y sinuoso camino hasta el borde del jardĆn y seƱalĆ³ una colina en la distancia. ĀæVen esa gran casa blanca? AhĆ es donde vive”.
Los niƱos se quedaron mirando la casa. Era tan blanca que parecĆa brillar. Pasad por aquĆ”, dijo el chocolate, “y luego subid la colina hacia la casa de PapĆ” Noel”. ‘Oh, tenemos que pasar esto…’, dijo Kate y se quedĆ³ mirando un profundo y negro abismo entre el jardĆn y la colina. HabĆa un tablĆ³n para cruzarlo. ‘Ten cuidado’, aconsejĆ³ el chocolate navideƱo, ‘y no mires hacia abajo. Si lo haces, me temo que no verĆ”s a PapĆ” Noel esta noche.
āTendremos cuidado”, dijo Brian. Vamos, Kate”, y cogiĆ³ la mano de su hermana y empezaron a caminar sobre el tablĆ³n. Estaban casi a mitad de camino cuando Brian mirĆ³ hacia abajo. Oh”, dijo y tirĆ³ de la mano de Kate. Ella tambiĆ©n mirĆ³ hacia abajo y gritĆ³: “Ā”Oh! Ā”Oh!” y juntos cayeron y se estrellaron.
De repente, se incorporaron en sus camas y se frotaron los ojos. Estaban en casa, en sus propias camas. La madre abriĆ³ la puerta y dijo: ‘ĀæEstĆ”is despiertos, niƱos?’ ‘Ā”Oh, madre, no hemos dormido! EstĆ”bamos visitando el PaĆs de PapĆ” Noel y casi lo vimos’.
Esa maƱana se lo contaron todo a su madre. ĀæY mamĆ”? SonriĆ³.