Érase una vez, en la hermosa ciudad de Sunnyside, una niña llamada Lottie que amaba mucho a su madre. La mamá de Lottie era la madre más atenta y cariñosa que nadie podría pedir. Siempre sabía qué decir para que Lottie se sintiera mejor cuando estaba triste, y siempre tenía tiempo para jugar con ella después de la escuela.
Una soleada mañana de primavera, Lottie despertó y se dio cuenta de que el día de la madre estaba a la vuelta de la esquina. Sabía que quería hacer algo especial por su madre para demostrarle cuánto la amaba. Así que Lottie pensó y pensó en lo que haría para que el día de su madre fuera muy especial.
Lottie recordaba que a su madre le encantaban las flores, especialmente los girasoles. También sabía que el postre favorito de su madre era una deliciosa tarta de fresas. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea: crear un hermoso jardín de girasoles y hornear una deliciosa tarta de fresas para su madre.
La niña pidió ayuda a sus amigos Rosemary y Jack para crear la sorpresa perfecta. Todos acordaron reunirse en el parque para discutir sus planes. Sentados juntos, Lottie compartió sus ideas y juntos hicieron una lista de todas las cosas que necesitarían.
En primer lugar, necesitaban semillas de girasol para plantar. Jack sugirió que fueran a la tienda de jardinería del Sr. Green, donde podrían encontrar las mejores semillas de girasol de la ciudad. Después, necesitaban ingredientes para hornear la tarta de fresas. Rosemary recordó que su madre tenía una receta deliciosa que podían utilizar.
Al día siguiente, los tres amigos se reunieron en la casa de Lottie para empezar su sorpresa del día de la madre. Fueron a la tienda del Sr. Green, eligieron las semillas de girasol y compraron todos los ingredientes que necesitaban para la tarta de fresas.
Los niños pasaron la tarde plantando girasoles en un pequeño terreno detrás de la casa de Lottie. Cavaron pequeños hoyos, colocaron las semillas y las cubrieron con tierra. Cuando terminaron de plantar, regaron las semillas con la esperanza de que crecieran y se convirtieran en hermosos girasoles a tiempo para el día de la madre.
La víspera del día de la madre, el jardín de girasoles empezó a florecer. Los amigos estaban entusiasmados al ver las flores amarillas y vibrantes, altas y orgullosas. Sabían que a su madre le encantarían. Ahora tocaba hornear la tarta de fresas.
Rosemary trajo la receta de su madre y, juntos, mezclaron cuidadosamente los ingredientes. Hornearon la tarta y, mientras se enfriaba, prepararon las fresas frescas y la crema batida. Montaron la tarta, asegurándose de que tenía tan buen aspecto como sabor.
El día de la madre, Lottie se levantó temprano y fue de puntillas al jardín de girasoles. Recogió el girasol más bonito y lo colocó con cuidado en la bandeja del desayuno. Añadió la tarta de fresas, una taza del té favorito de su madre y una tarjeta hecha a mano que decía: “¡Feliz día de la madre! Te amo”.
La niña llevó en silencio la bandeja al dormitorio de su madre y la despertó suavemente.
—¡Feliz día de la madre, mamá! —exclamó cuando su madre abrió los ojos.
Su madre se quedó sin habla cuando vio la bandeja, el girasol y el delicioso pastel de fresas. Abrazó a Lottie con fuerza y le susurró:
—Gracias, querida. Esta es la mejor sorpresa del día de la madre que he tenido.
Después del desayuno, Lottie tomó la mano de su madre y la llevó al patio trasero. Cuando su madre vio el jardín de girasoles, sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad. Sabía que su hijita había trabajado muy duro para que este día de la madre fuera especial.
—¡Lottie, esto es increíble! He estado tan ocupada trabajando que no me había dado cuenta de que el jardín estaba floreciendo. ¡Has hecho un gran trabajo! Los girasoles son mis flores favoritas —exclamó.
Y así, con el corazón lleno de amor y gratitud, madre e hija pasaron el día juntas, rodeadas de los hermosos girasoles, disfrutando de cada momento de su especial celebración del día de la madre.
Por la tarde, Rosemary y Jack se reunieron con ellas para hacer un pequeño picnic en el jardín de girasoles. Todos rieron, jugaron y compartieron historias sobre lo bien que se lo habían pasado mientras preparaban la sorpresa. La madre de Lottie dio las gracias a los amigos por haber contribuido a que el día fuera tan especial.
Cuando el sol empezó a ponerse, el cielo se tiñó de una hermosa gama de tonos naranjas y rosas. El jardín de girasoles parecía brillar con una calidez mágica. Los amigos y su madre se sentaron en el jardín y disfrutaron juntos de la deliciosa tarta de fresas, saboreando hasta el último bocado.
Sintiéndose agradecida por el amor y la amistad que llenaban su corazón, Lottie miró a su madre y le dijo:
—Espero que cada día de la madre sea tan maravilloso como hoy.
Ella abrazó a su hija y contestó:
—Mientras estemos juntas, todos los días de la madre serán igual de especiales.
Y desde aquel día, Lottie y sus amigos convirtieron en tradición celebrar el día de la madre en su propio jardín mágico de girasoles. Cada año ideaban nuevas sorpresas y aventuras para hacer que el día fuera aún más especial para sus queridas mamás.
En la hermosa ciudad de Sunnyside, los girasoles seguían floreciendo, recordando a todos el amor y el aprecio que sentían por sus madres. Y así, el día de la madre se convirtió en una celebración entrañable, llena de amor, risas y recuerdos enternecedores que durarían toda la vida.