Los campeones del hielo

Érase una vez, en una tierra fría y nevada, un grupo de jóvenes amigos a los que nada les gustaba más que jugar al hockey sobre hielo. Vivían en un pueblecito enclavado en las montañas y todos los días, después del colegio, se apresuraban a ir a la pista para practicar sus habilidades. Jugaban juntos desde pequeños y formaban un gran equipo.

El líder del grupo era un joven valiente y decidido llamado Sebastián. Era el capitán del equipo y siempre se aseguraba de que todos se divirtieran y trabajaran duro. Pensaba en ejercicios para que todos practicaran su manejo del stick y su puntería. Hacían partidos de velocidad y practicaban el frenado y el adelantamiento.

Un día, los amigos oyeron hablar de un gran torneo de hockey sobre hielo que se iba a celebrar en la ciudad. Sabían que era su oportunidad de demostrar a todo el mundo lo buenos que eran, así que decidieron participar en la competición.

El torneo fue feroz, y los amigos se esforzaron por ganar todos y cada uno de los partidos. Patinaban más rápido y pasaban el disco mejor que nadie, y pronto se encontraron en el partido por el campeonato.

El último partido era contra el mejor equipo de toda la liga, y los amigos sabían que iba a ser una dura batalla. Pero no dejaron que eso les detuviera. Habían trabajado duro toda la temporada y estaban decididos a darlo todo.

El aire frío del invierno apretaba cuando el grupo de amigos pisó el hielo. 

El partido comenzó y pronto quedó claro que iba a ser muy disputado. Ambos equipos estaban igualados, y el partido permaneció sin goles durante los dos primeros periodos. Los amigos estaban cada vez más frustrados y enfadados. Lo estaban dando todo, pero no conseguían meter el disco en la portería.

Pero el capitán del equipo, Sebastián, les recordó que debían ser positivos y confiar en sí mismos. Les dijo que tenían las habilidades y la determinación para ganar, y que sólo tenían que seguir adelante.

Inspirados por las palabras de su capitán, los amigos redoblaron sus esfuerzos. Jugaron con todo su corazón y toda su alma, conduciendo el disco por el hielo y disparando a puerta una y otra vez. Y, por fin, en los últimos minutos del partido, uno de sus compañeros consigue pasar el disco por encima del portero del equipo contrario. Jugaron con todo su corazón y toda su alma, y al final salieron victoriosos.

Los amigos estallaron en celebración, abrazándose y saltando sobre el hielo. ¡Lo habían conseguido!

El público enloqueció cuando los amigos alzaron el trofeo sobre sus cabezas. Habían demostrado que eran el mejor equipo de hockey sobre hielo del país, y estaban llenos de alegría y orgullo.

Y a partir de ese día, los amigos fueron conocidos como los campeones del torneo de hockey sobre hielo, y siguieron jugando y divirtiéndose juntos durante muchos años. ¿Y Sebastián? Un cazatalentos se fijó en él y se convirtió en uno de los mejores y más famosos jugadores de hockey del mundo.


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