Las liebres y las ranas

Las liebres, como sabes, son muy tímidas. La menor sombra las envía corriendo asustadas a un escondite. Una vez decidieron morir antes que vivir en tanta miseria. Pero mientras debatían cuál era la mejor forma de enfrentarse a la muerte, creyeron oír un ruido y en un santiamén salieron corriendo hacia la madriguera. En el camino pasaron por un estanque donde una familia de ranas estaba sentada entre los juncos de la orilla. En un instante, las ranas asustadas buscaron seguridad en el barro.

«Mira”, gritó una liebre, «las cosas no están tan mal después de todo, porque aquí hay criaturas que incluso nos tienen miedo».


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