Ćrase una vez una vieja gata llamada Sra. Tabitha Twitchit, que era una madre ansiosa. SolĆa perder a sus gatitos continuamente, Ā”y cada vez que se perdĆan siempre estaban metidos en problemas!
En el dĆa de hornear, decidiĆ³ encerrarlos en un armario.
AtrapĆ³ a Moppet y Mittens, pero no pudo encontrar a Tom.
La seƱora Tabitha buscĆ³ por toda la casa, maullando por el gato Tom. MirĆ³ en la despensa bajo la escalera y registrĆ³ la mejor habitaciĆ³n de invitados que estaba cubierta de sĆ”banas de polvo. SubiĆ³ las escaleras y mirĆ³ en los desvanes, pero no pudo encontrarlo en ninguna parte.
Era una casa antigua, llena de armarios y pasillos. Algunas de las paredes tenĆan cuatro pies de espesor, y solĆan haber ruidos extraƱos en su interior, como si hubiera una pequeƱa escalera secreta. Ciertamente, habĆa extraƱas puertecillas dentadas en el revestimiento de madera, y las cosas desaparecĆan por la noche, especialmente el queso y el tocino.
La Sra. Tabitha estaba cada vez mĆ”s distraĆda y maullaba terriblemente.
Mientras su madre buscaba por la casa, Moppet y Mittens se metieron en problemas.
La puerta del armario no estaba cerrada con llave, asĆ que la empujaron y salieron.
Se dirigieron directamente a la masa que estaba reposando en una sartƩn junto al fuego.
La acariciaron con sus pequeƱas y suaves patitas. “ĀæHaremos muffins?”, dijo Mittens a Moppet.
Pero justo en ese momento alguien llamĆ³ a la puerta principal y Moppet saltĆ³ al barril de harina asustada.
Mittens corriĆ³ hacia la lecherĆa y se escondiĆ³ en un tarro vacĆo en la repisa de piedra donde se colocan los recipientes de leche.
La visitante era una vecina, La Sra. Ribby; habĆa venido a pedir prestada un poco de levadura.
La Sra. Tabitha bajĆ³ corriendo maullando terriblemente: “Ā”Entra, prima Ribby, entra y siĆ©ntate! Estoy en un gran problema, prima Ribby”, dijo Tabitha, derramando lĆ”grimas. “He perdido a mi querido hijo Thomas; tengo miedo de que las ratas se lo hayan llevado”. Se secĆ³ los ojos con su delantal.
“Es un gatito travieso, prima Tabitha; la Ćŗltima vez que vine a tomar el tĆ©, hizo un enredo con mi mejor sombrero. ĀæDĆ³nde lo has buscado?”
“Ā”Por toda la casa! Las ratas son demasiadas para mĆ. QuĆ© cosa es tener una familia revoltosa!”, dijo la seƱora Tabitha Twitchit.
“No le tengo miedo a las ratas; te ayudarĆ© a encontrarlo Ā”y a darle un buen escarmiento! ĀæY todo ese hollĆn en la repisa de la chimenea?”
“Hay que barrer la chimenea… Oh, querida prima Ribby… Ā”ahora Moppet y Mittens tambiĆ©n han desaparecido!”
“Ā”Ambos han salido del armario!”
Ribby y Tabitha se pusieron manos a la obra para buscar por toda la casa de nuevo. Registraron debajo de las camas con el paraguas de Ribby y rebuscaron en los armarios. Incluso trajeron una vela y miraron dentro de un baĆŗl de ropa en uno de los desvanes. No encontraron nada, pero en una ocasiĆ³n escucharon un portazo y alguien bajando las escaleras corriendo.
“SĆ, estĆ” infestado de ratas”, dijo Tabitha llorando. “AtrapĆ© a siete crĆas de un agujero en la cocina trasera, y los comimos el sĆ”bado pasado. Y una vez vi al viejo padre rata, un enorme viejo ratĆ³n, prima Ribby. Estaba a punto de saltar sobre Ć©l, cuando me mostrĆ³ sus dientes amarillos y se metiĆ³ rĆ”pidamente en el agujero”.
“Las ratas me ponen los nervios de punta, prima Ribby”, dijo Tabitha.
Ribby y Tabitha buscaron y buscaron. Ambas escucharon un extraƱo ruido rodante debajo del suelo del desvĆ”n. Pero no habĆa nada que se pudiera ver.
Regresaron a la cocina. “AquĆ tienes al menos uno de tus gatitos”, dijo Ribby, sacando a Moppet del barril de harina.
Sacudieron la harina de ella y la dejaron en el suelo de la cocina. ParecĆa estar terriblemente asustada.
“Oh, madre, madre”, dijo Moppet, “Ā”ha habido una vieja rata en la cocina y se ha llevado un poco de masa!”
Los dos gatos corrieron a mirar el recipiente de la masa y, efectivamente, habĆa marcas de pequeƱos araƱazos y un trozo de masa habĆa desaparecido.
“ĀæPor dĆ³nde se fue, Moppet?”
Pero Moppet se habĆa asustado mucho como para volver a asomarse por el barril.
Ribby y Tabitha la llevaron con ellos para mantenerla a la vista, mientras seguĆan con su bĆŗsqueda.
Entraron en la lecherĆa.
Lo primero que encontraron fue a Mittens, escondido en un tarro vacĆo.
Volcaron el frasco y ella se escabullĆ³.
“Ā”Oh, Madre, Madre!” dijo Mittens-
“Oh, madre, madre, ha habido una vieja rata en la lecherĆa, una espantosa rata enorme, madre, y se ha llevado un trozo de mantequilla y el rodillo”.
Ribby y Tabitha se miraron.
“Ā”Un rodillo y mantequilla! Ā”Oh, mi pobre hijo Thomas!” exclamĆ³ Tabitha, retorciendo sus patas.
“ĀæUn rodillo?” dijo Ribby. “ĀæNo escuchamos un ruido rodante en el desvĆ”n cuando estĆ”bamos mirando en ese baĆŗl?”
Ribby y Tabitha subieron corriendo las escaleras de nuevo. Efectivamente, el ruido rodante seguĆa claramente debajo del suelo del desvĆ”n.
“Esto es grave, prima Tabitha”, dijo Ribby. “Debemos llamar a John Joiner de inmediato, con una sierra”.
Esto es lo que le estaba sucediendo al gato Tom , y muestra lo poco sabio que es meterse en una chimenea en una casa muy antigua, donde una persona no conoce el camino y donde hay ratas enormes.
El gato Tom no querĆa que lo encerraran en un armario. Cuando vio que su madre iba a hornear, decidiĆ³ esconderse.
BuscĆ³ un lugar conveniente y decidiĆ³ subir por la chimenea.
El fuego apenas acababa de encenderse y no estaba caliente, pero salĆa un humo blanco y denso de las ramas verdes. El gato Tom se subiĆ³ al borde del hogar y mirĆ³ hacia arriba. Era una chimenea grande y antigua.
La chimenea en sĆ era lo suficientemente ancha por dentro como para que un hombre pudiera pararse y caminar. HabĆa mucho espacio para el pequeƱo gato Tom.
SaltĆ³ directamente al hogar, equilibrĆ”ndose sobre la barra de hierro donde cuelga la tetera.
El gato Tom dio otro gran salto desde la barra y aterrizĆ³ en una repisa alta dentro de la chimenea, haciendo caer algo de hollĆn en el borde del hogar.
El gato Tom tosiĆ³ y se ahogĆ³ con el humo, y podĆa oĆr cĆ³mo los palos empezaban a crepitar y arder en el fuego abajo. DecidiĆ³ subir hasta arriba y salir por las tejas para intentar atrapar gorriones.
“No puedo retroceder. Si resbalo, podrĆa caer en el fuego y chamuscar mi hermosa cola y mi pequeƱa chaqueta azul”.
La chimenea era muy grande y antigua. HabĆa sido construida en los tiempos en que la gente quemaba troncos de madera en el hogar.
La chimenea se elevaba por encima del techo como una pequeƱa torre de piedra, y la luz del dĆa brillaba desde arriba, debajo de las tejas inclinadas que protegĆan de la lluvia.
Ā”El gato Tom se estaba asustando mucho! SubiĆ³ y subiĆ³, y se abriĆ³ paso lateralmente a travĆ©s de pulgadas de hollĆn. ParecĆa un pequeƱo deshollinador.
Era muy confuso en la oscuridad. Un conducto parecĆa llevar a otro.
HabĆa menos humo, pero el gato Tom se sentĆa completamente perdido.
SubiĆ³ y subiĆ³ a duras penas; pero antes de llegar a la parte superior de la chimenea, llegĆ³ a un lugar donde alguien habĆa aflojado una piedra en la pared. HabĆa algunos huesos de cordero tirados por ahĆ…
“Esto parece gracioso”, dijo el gato Tom. “ĀæQuiĆ©n ha estado royendo huesos aquĆ arriba en la chimenea? Ā”OjalĆ” nunca hubiera venido! Y quĆ© olor tan extraƱo, algo parecido a un ratĆ³n, pero terriblemente fuerte. Me hace estornudar”, dijo el gato Tom.
Se colĆ³ por el agujero en la pared y se arrastrĆ³ a lo largo de un pasaje muy incĆ³modo y estrecho donde apenas habĆa luz.
PalpĆ³ su camino cuidadosamente durante varios metros; estaba detrĆ”s del rodapiĆ© en el desvĆ”n, donde hay una pequeƱa marca * en el dibujo.
De repente, cayĆ³ de cabeza en la oscuridad, por un agujero, y aterrizĆ³ sobre un montĆ³n de harapos muy sucios.
Cuando el gato Tom se levantĆ³ y mirĆ³ a su alrededor, se encontrĆ³ en un lugar que nunca habĆa visto antes, aunque habĆa vivido toda su vida en la casa.
Era una habitaciĆ³n muy pequeƱa, cerrada y maloliente, con tablas, vigas, telaraƱas, yeso y ladrillos.
Enfrente de Ć©l, tan lejos como podĆa sentarse, habĆa una rata enorme.
“ĀæQuĆ© significa meterse en mi cama todo lleno de manchas de hollĆn?”, dijo la rata, castaƱeteando los dientes.
“Por favor, seƱor, la chimenea necesita ser deshollinada”, dijo el pobre gato Tom.
“Ā”Anna Maria! Ā”Anna Maria!”, chillĆ³ la rata. Hubo un ruido de pisadas y una rata vieja asomĆ³ la cabeza por una viga.
En un abrir y cerrar de ojos, ella se abalanzĆ³ sobre el gato Tom, y antes de que supiera lo que estaba pasandoā¦
Le quitaron el abrigo, lo enrollaron en un paquete y lo ataron con cuerdas en nudos muy apretados.
Anna Maria hizo el atado. La rata vieja la observĆ³ y tomĆ³ rapĆ©. Cuando ella terminĆ³, ambos se quedaron mirĆ”ndolo con la boca abierta.
“Anna Maria”, dijo la rata vieja (cuyo nombre era Samuel Bigotes), “hazme un pastel de gatito relleno y enrollado para mi cena.
“Se necesita masa y una pizca de mantequilla, y un rodillo”, dijo Anna Maria, mirando a El gato Tom con la cabeza inclinada.
“No”, dijo Samuel Bigotes, “hazlo correctamente, Anna Maria, con migas de pan”.
“TonterĆas. Mantequilla y masa”, respondiĆ³ Anna Maria.
Las dos ratas consultaron entre sĆ durante unos minutos y luego se fueron.
Samuel Bigotes se colĆ³ por un agujero en el revestimiento y bajĆ³ valientemente por la escalera principal hasta la despensa para conseguir la mantequilla. No se encontrĆ³ con nadie.
Hizo un segundo viaje por el rodillo. Lo empujaba delante de Ć©l con las patas, como un hombre cervecero rodando un barril.
PodĆa oĆr a Ribby y Tabitha hablando, pero estaban ocupadas encendiendo la vela para mirar dentro del baĆŗl.
No lo vieron.
Anna Maria bajĆ³ por el rodapiĆ© y una persiana de la ventana hasta la cocina para robar la masa.
TomĆ³ prestado un platito y recogiĆ³ la masa con sus patas.
No se dio cuenta de Moppet.
Mientras el gato Tom estaba solo debajo del suelo del desvĆ”n, se retorcĆa y trataba de maullar pidiendo ayuda.
Pero su boca estaba llena de hollĆn y telaraƱas, y estaba atado con nudos muy apretados, no podĆa hacer que nadie lo escuchara.
Excepto una araƱa, que saliĆ³ de una grieta en el techo y examinĆ³ los nudos crĆticamente, desde una distancia segura.
Era experta en nudos porque tenĆa la costumbre de atar desafortunadas moscas azules. No se ofreciĆ³ a ayudarlo.
El gato Tom se retorcĆa y contorsionaba hasta quedar completamente exhausto.
Pronto las ratas regresaron y se pusieron manos a la obra para convertirlo en un bollo. Primero lo untaron con mantequilla y luego lo enrollaron en la masa.
“ĀæNo serĆ” muy indigesta la cuerda, Anna Maria?”, preguntĆ³ Samuel Bigotes.
Anna Maria dijo que pensaba que no importaba, pero deseaba que el gato Tom mantuviera la cabeza quieta, ya que desordenaba la masa. AgarrĆ³ sus orejas.
El gato Tom mordiĆ³, escupiĆ³, maullĆ³ y se retorciĆ³; y el rodillo rodĆ³, roly-poly, roly; roly, poly, roly. Las ratas sostenĆan cada extremo.
“Ā”Su cola estĆ” sobresaliendo! No trajiste suficiente masa, Anna Maria”.
“Traje todo lo que pude llevar”, respondiĆ³ Anna Maria.
“No creo”, dijo Samuel Bigotes, deteniĆ©ndose para echar un vistazo a el gato Tom, “no creo que vaya a ser un buen pudding. Huele a hollĆn”.
Anna Maria estaba a punto de discutir el punto, cuando de repente comenzaron a oĆrse otros sonidos arriba: el ruido raspante de una sierra y el ruido de un perrito rascando y ladrando.
Las ratas soltaron el rodillo y escucharon atentamente.
“Hemos sido descubiertos e interrumpidos, Anna Maria; recojamos nuestras pertenencias y las de los demĆ”s y partamos de inmediato”.
“Me temo que tendremos que dejar este pudding”.
“Pero estoy convencido de que los nudos resultarĆan indigestos, sin importar lo que argumentes en contra”.
“VĆ”monos de inmediato y ayĆŗdame a envolver algunos huesos de cordero en una colcha”, dijo Anna Maria. “Tengo medio jamĆ³n ahumado escondido en la chimenea”.
AsĆ que sucediĆ³ que cuando John Joiner levantĆ³ el tablĆ³n, Ā”no habĆa nadie debajo del suelo excepto el rodillo y el gato Tom en un bollo muy sucio!
Pero habĆa un fuerte olor a ratas; y John Joiner pasĆ³ el resto de la maƱana olfateando y quejĆ”ndose, moviendo la cola y dando vueltas con la cabeza en el agujero como una mecha.
Luego volviĆ³ a clavar el tablĆ³n y guardĆ³ sus herramientas en su bolsa, y bajĆ³ las escaleras.
La familia de gatos se habĆa recuperado por completo. Lo invitaron a quedarse a cenar.
El bollo fue despegado del gato Tom y se hizo por separado en un pudding de bolsa, con pasas para ocultar las manchas de hollĆn.
Se vieron obligados a meter al gato Tom en un baƱo caliente para quitarle la mantequilla.
John Joiner olfateĆ³ el pudding, pero lamentĆ³ no tener tiempo para quedarse a cenar, porque acababa de terminar de hacer una carretilla para la seƱorita Potter, y ella habĆa encargado dos gallineros.
Y cuando iba a ir al correo al final de la tarde, mirĆ© hacia arriba desde la esquina del camino y vi al seƱor Samuel Bigotes y a su esposa corriendo con grandes paquetes en una carretilla pequeƱa que se parecĆa mucho a la mĆa.
Justo estaban entrando por la puerta del granero del granjero Patatas.
Samuel Bigotes jadeaba y estaba sin aliento. Anna Maria seguĆa discutiendo en tono agudo.
ParecĆa conocer el camino y parecĆa tener una gran cantidad de equipaje.
Ā”Estoy seguro de que nunca le di permiso para tomar prestada mi carretilla!
Entraron al granero y subieron sus paquetes con un pedazo de cuerda hasta lo alto del pajar.
DespuƩs de eso, no hubo mƔs ratas por mucho tiempo en casa de Tabitha Twitchit.
En cuanto al granjero Patatas, ha sido llevado casi a la locura. Ā”Hay ratas y ratas en su granero! Se comen la comida de las gallinas, roban la avena y el salvado, y hacen agujeros en los sacos de harina.
Y todas descienden del seƱor y la seƱora Samuel Bigotes: hijos, nietos y bisnietos.
Ā”No hay fin para ellas!
Moppet y Mittens se han convertido en muy buenas cazadoras de ratas.
Salen a cazar ratas en el pueblo y encuentran mucho trabajo. Cobran una cierta cantidad por docena y ganan su sustento muy cĆ³modamente.
Cuelgan las colas de las ratas en fila en la puerta del granero para mostrar cuƔntas han atrapado, docenas y docenas de ellas.
Pero el gato Tom siempre ha tenido miedo de las ratas; nunca se atreve a enfrentarse a nada mĆ”s grande que…

Un ratĆ³n.