La tía Em acababa de salir de la casa para regar las coles cuando levantó la vista y vio a Dorothy corriendo hacia ella.
—¡Mi querida niña! —exclamó, estrechando a la niña en sus brazos y cubriendo su rostro con besos. —¿De dónde vienes?
—De la Tierra de Oz —dijo Dorothy con gravedad—. Y aquí está Toto también. Y ¡oh, tía Em! ¡Estoy muy contenta de estar en casa de nuevo!