La abuelita Cuac lo oyĆ³ primero, y se puso la cofia enseguida, pues no dejaba que nadie se le adelantara contando noticias en el corral.
āSi ādijo mirando por encima de sus gafasā, la seƱorita Penny Gallina se casarĆ” allĆ, en la arboleda junto al estanque maƱana por la maƱana temprano, antes de que salga el sol, para que el bĆŗho Parson pueda ver a quien estĆ” casando.
La seƱorita Penny Gallina no tuvo que enviar invitaciones, pues todo el mundo sabĆa de la boda y todos esperaban ser invitados, asĆ que, a la maƱana siguiente todo el mundo estaba allĆ. El novio era el apuesto seƱor Gallo, de la granja vecina, y la seƱorita Penny Gallina iba a dejar el corral donde se habĆa criado por un nuevo hogar justo despuĆ©s de la boda.
Esa maƱana, todos los patos tomaron un baƱo muy temprano y subieron por la orilla justo cuando los demĆ”s invitados entraron en la arboleda. Las gallinas y los pollos encontraron buenos asientos en las rocas, y los pavos se posaron en las ramas de los Ć”rboles, donde podĆan ver todo lo que sucedĆa y la vieja abuelita Cuac se acercĆ³ a un asiento muy adelante, tan cerca de los novios que el bĆŗho Parson tuvo que pedirle que se quitara las plumas de la cola.
El seƱor Cuervo estaba volando sobre el maizal cuando por casualidad echĆ³ un vistazo hacia abajo, y se olvidĆ³ por completo de su desayuno, pues no pensaba perderse nada de lo que ocurriera, sin importar si estaba invitado o no.
āAhora me preguntĆ³ que estarĆ” tramando esta multitud ādijo volando abajo hasta un extremo donde podĆa ver bienā. Ā”Nada para comer! Ā”Una linda boda, debo decir, sin desayuno! No me quedarĆ©, ni siquiera para ver al viejo bĆŗho Parson volar a casa despuĆ©s y golpear su cabeza contra los Ć”rboles, como seguramente harĆ”.
Pero justo cuando estaba volando sobre el maizal, el seƱor Cuervo vio al seƱor Zorro arrastrƔndose entre la hierba alta.

āĀæVas a la boda? āpreguntĆ³ ā. Por supuesto estĆ” invitado, seƱor Zorro, pero estĆ” llegando tarde. El bĆŗho Parson ya los habĆa casado cuando yo me fui.
Al seƱor Zorro no le hizo ninguna gracia que el seƱor Cuervo lo hubiera espiado, pero fingiĆ³ que se dirigĆa al estanque a beber agua, y que la boda no le importaba, lo cual no era del todo cierto; pues el dĆa anterior habĆa ido al corral a buscar un pollo gordo para la cena, y habĆa oĆdo a la abuela Cuac contar las noticias, asĆ que decidiĆ³ esperar, y cuando estuvieran todos los invitados, servirse el mĆ”s bonito que encontrara.
āĀ”Jaja! āgraznĆ³ el seƱor Cuervoā. Es usted un buen conversador, seƱor Zorro, pero no puede engaƱarme.
Entonces el seƱor Cuervo se alejĆ³ volando, o al menos eso creyĆ³ el seƱor Zorro, pues lo observĆ³ hasta que se perdiĆ³ de vista, volando en direcciĆ³n opuesta a donde se estaba celebrando la boda. Pero el seƱor Cuervo dio la vuelta y regresĆ³ volando, y el seƱor Zorro no lo vio. LlegĆ³ a la arboleda justo cuando todos se dirigĆan al corral para el desayuno nupcial.
āĀ”Ah, soy un pĆ”jaro con suerte! āpensĆ³ el seƱor Cuervo, y volĆ³ hacia abajo, justo en medio de la fiesta de bodasā. El seƱor Zorro viene corriendo āanunciĆ³ā Se enterĆ³ de que habrĆa una boda, y quiere llegar a tiempo para el desayuno.
Todos echaron a correr, excepto el seƱor Cuervo que volĆ³; y para cuando el seƱor Zorro llegĆ³ a la arboleda, no se veĆa nada mĆ”s que algunas plumas. Y cuando se arrastrĆ³ por el lateral del granero para ver si habĆa alguna posibilidad de atrapar una gallina descarriada, allĆ estaba el seƱor Cuervo desayunando con la pareja de la boda justo en el centro del grupo.
āEste sinvergĆ¼enza lo ha contado ādijo el seƱor Zorro. Pero llegĆ³ el seƱor Perro y lo persiguiĆ³ por los campos, y el seƱor Zorro se fue a casa sin desayuno, preguntĆ”ndose como podrĆa hacerle pagar al seƱor Cuervo por haberlo engaƱado.
El seƱor Cuervo graznĆ³ fuerte y largamente al seƱor Zorro cuando al dĆa siguiente lo vio junto al estanque.
āĀæPor quĆ© no viniste al desayuno de bodas? āle preguntĆ³ ā. Todos estaban muy molestos porque no estabas allĆ.
El seƱor Zorro mirĆ³ hacia el seƱor Cuervo sentado en una rama del Ć”rbol que habĆa sobre Ć©l y dijo en tono suave:
āTenĆa cosas que hacer y no pude llegar, pero estoy seguro que tĆŗ estabas allĆ, Cuervo, y, ĀæcĆ³mo iban a echar de menos a alguien cuando tuvieron el placer de contar con tu compaƱĆa?
El seƱor Cuervo no podĆa hablar tan bien como el seƱor Zorro, asĆ que se limitĆ³ a graznar y salir volando, pero si hubiera visto la mirada en los ojos del seƱor Zorro, se habrĆa mantenido alerta durante un tiempo. Sin embargo, no lo hizo y, de hecho, se olvidĆ³ por completo del desayuno de bodas, pues era la estaciĆ³n mĆ”s ocupada del aƱo; cuidar de todos los maizales reciĆ©n plantados.
El seƱor Cuervo era un viejo sabio, y hacĆa falta algo mĆ”s que un hombre de aspecto harapiento parado en el maizal para espantarlo, e incluso un hombre con un arma no lo asustaba si estaba cerca del bosque.
El seƱor Zorro sabĆa esto, y no pretendĆa atrapar o lastimar al seƱor Cuervo, pero lo que sĆ planeaba hacer era asustarlo casi hasta volverlo loco, cosa que consiguiĆ³, como ya sabrĆ”n.
Una maƱana, antes de que amaneciera, el seƱor Zorro volvĆa a casa de una cacerĆa y, al cruzar el maizal, vio por casualidad un espantapĆ”jaros muy apuesto; de hecho, dio un brinco al verlo, pues estaba muy bien vestido.
Cuando advirtiĆ³ su error, el seƱor Zorro sonriĆ³, y una sonrisa en el seƱor Zorro significa que tiene algo en mente. CaminĆ³ hacia el espantapĆ”jaros, y durante unos minutos estuvo muy ocupado; cuando terminĆ³, estaba vestido con las ropas del espantapĆ”jaros y allĆ parado, con toda la naturalidad del mundo.
SabĆa que debĆa esperar hasta que saliera el sol y quizĆ”s un poco mĆ”s, pero la diversiĆ³n que obtendrĆa merecĆa la pena, estaba seguro. Entonces se quedĆ³ quieto, sĆ³lo cuando soplaba el viento agitĆ³ sus brazos harapientos y descansĆ³ las piernas cambiando un poco de posiciĆ³n.
Poco despuĆ©s, cuando el cielo estaba gris y se veĆan rayos de luz sobre la colina donde el seƱor Sol se preparaba para levantarse, llegĆ³ el seƱor Cuervo y se posĆ³ sobre la valla del maizal. EchĆ³ una mirada despreocupada al espantapĆ”jaros y despuĆ©s de mirar a su alrededor, volĆ³ hasta el campo, se posĆ³ en uno de los brazos del espantapĆ”jaros y graznĆ³ fuertemente su desprecio:
āViejo espantapĆ”jaros harapiento, no puedes asustarme porque soy un pĆ”jaro valiente, como todos pueden ver. Puedo ver a travĆ©s de ti con un ojo agudo. No puedes engaƱarme, asĆ que no necesitas intentarlo.
Justo cuando terminĆ³ de graznar, el seƱor Cuervo se volviĆ³ para picotear la manga del abrigo sobre la que estaba sentado, cuando el seƱor Zorro dio un salto y ladrĆ³.
El seƱor Cuervo se asustĆ³ tanto que sus alas se le cayeron a los lados. Estaba a punto de caer al suelo, pero se alejĆ³ en un segundo, y el seƱor Zorro rodĆ³ una y otra vez por el suelo, riendo.
Por supuesto, el seƱor Cuervo no se detuvo a ver quiĆ©n era el que estaba dentro de la ropa harapienta. Se alejĆ³ todo lo que pudo de aquel maizal, pero cuando al dĆa siguiente el seƱor Zorro lo vio sentado en una rama cerca del campo, miraba con mucha atenciĆ³n al espantapĆ”jaros que agitaba los brazos con la brisa.
āViejo espantapĆ”jaros harapiento, no puedes asustarme, porque soy un pĆ”jaro valiente, como todos pueden ver. No puedes engaƱarme, asĆ que no necesitas intentarlo.
El seƱor Zorro cantĆ³ esto en voz alta mientras pasaba, escondido entre los arbustos, pero el seƱor Cuervo lo oyĆ³ y se alejĆ³ volando sin siquiera dar un solo graznido.
āSupongo que despuĆ©s de esto se mantendrĆ” alejado de mis asuntos, viejo entrometido ādijo el seƱor Zorro mientras trotaba hacia su casa.